¿LAS VACAS CALUMNIADAS?
Parte I
Con mucha frecuencia se acusa a las vacas y demás rumiantes
de ser grandes contaminadores del medio ambiente. Si bien es cierto que a
través de la rumia se expulsan grandes cantidades de metano, gas que es 28
veces más contaminante que el dióxido de carbono (CO2), el más conocido de los
gases de efecto invernadero, la información ha sido manipulada en perjuicio de
la ganadería.
¿Por qué se ha llegado a conclusiones erróneas?
En 2006,
la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación (FAO) publicó un estudio titulado La Larga Sombra del Ganado:
Problemas Ambientales y Opciones. El informe, que atrajo la atención
internacional, afirmaba que la ganadería producía un asombroso 18% de los gases
de efecto invernadero en todo el planeta. La agencia llegó a una conclusión
sorprendente: el ganado hacía más daño al clima que todos los tipos de
transporte juntos.
Esta
afirmación es falsa y fue desmentida en el año 2010 por Henning Steinfeld,
el autor principal del informe. El error residía en que los analistas de la FAO
llevaron a cabo una evaluación integral del ciclo de vida para estudiar el
impacto climático de la crianza del ganado, pero a la hora de analizar el
transporte emplearon un método diferente.
Para el
ganado, la FAO tuvo en consideración todos los factores asociados a la
producción de carne, entre los que se encuentran las emisiones generadas por la
elaboración de fertilizantes, pesticidas, la conversión de bosques en pastos,
el cultivo de forraje y las emisiones que provienen de los animales (eructos y
deposiciones) desde su nacimiento hasta su muerte.
Sin embargo,
cuando analizaron las emisiones de carbono producidas por el transporte
ignoraron los efectos sobre el clima que provienen de la fabricación de
materiales y piezas de los vehículos, el ensamblaje de los mismos y el
mantenimiento de carreteras, puentes, aeropuertos y otras infraestructuras. En
su lugar, solo tuvieron en cuenta las emisiones de coches, camiones, trenes y
aviones. Como resultado, la comparación que hizo la FAO de las emisiones de
gases de efecto invernadero entre ganadería y transporte estaba completamente
distorsionada.
En un acto
que les honra, la FAO reconoció su error en 2010, pero desgraciadamente la
afirmación inicial de que la ganadería producía el mayor porcentaje de gases de
efecto invernadero ya había recibido una gran cobertura por parte de los
medios. Todavía hoy se lucha para demostrar que no es así.
Según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, las
principales fuentes de emisión de GEI en EE UU durante 2016 fueron la
producción eléctrica (28% del total de emisiones), el transporte (28%) y la
industria (22%). La agricultura y la ganadería representan apenas un
9% de las emisiones, cifra a la que la ganadería contribuye con un
irrisorio 3,9% (50% la carne). Los números demuestran que la ganadería no se
puede comparar con el transporte en términos de contaminación.
Según la base estadística de la FAO, las emisiones directas de gases de
efecto invernadero en EE UU han disminuido un 11,3% desde 1961.
De igual manera se le atribuye a las vacas ser grandes consumidoras de
agua, sin embargo, cuando se mide la huella de agua (ver cuadro siguiente) se
puede observar que, si bien en la producción de carne hay un consumo importante,
la leche utiliza menos agua que arroz y otros cultivos.
Lechuga
Tomate
Repollo
Papa Naranja Manzana Maiz Trigo mani arroz leche huevo pollo chivo leche polvo Cerdo queso ovinos res cueros |
Adaptado de Hoekstra and Chapagain (2008).
Debe recordarse que la mayor producción de carne en este país proviene del
ganado de doble propósito, cuya huella de agua es mucho menor que la del ganado
especializado que generalmente se engorde en corral (feed lot).
Por: Lidio Martínez Cairo
20 de Agosto 2019
(Publicado en Blog del autor)
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